Casi llevo una semana y ha sido como volver a casa tras unas largas vacaciones de dos meses. Echo de menos mi antiguo apartamento, y me arrepiento de haber malvendido mis enseres en lo que parecía una huída precipitada. Tras jornadas de encarnizada e interminable lucha con las inmobiliarias, he conseguido un nuevo apartamento por 800.000 wones al mes (sin depósito + gastos) en la misma zona de Sinchon Rotary (신 촌로터리) en la que vivía y que me sigue encantando. Sigo estando tan cerca del trabajo como el año pasado, de hecho, el trayecto de mi casa al trabajo será el mismo de antaño. Con un poco de suerte iré en el autobús de siempre con la misma chica a la que nunca me atreví a decir nada entre las 8:45 y las 9 de la mañana.

Siento no haber podido escribir últimamente con la regularidad que hubiese querido, pero estos días mis accesos a Internet han sido contados, y me he limitado a vagar como un nómada entre inmobiliarias, hoteles de bajo coste (“love motels”) y casas de amigos (gracias, Manolo). Ayer por fin me entregaron las llaves del nuevo apartamento, y si tengo algo de suerte, mañana dormiré en mi nueva cama y con nuevas sábanas. Poco a poco iré adquiriendo nuevo mobiliario por Internet. Por el momento el aspecto es desolador. Hoy estuve limpiando todo el día.

El apartamento o mejor dicho el officetel (오피스텔) está en una planta 10 y tiene bastante luz natural que entra a través de un gran ventanal que da a la calle. Por la noche, incluso con la luz apagada, la iluminación es desconcertante. Voy a tener que comprar unas cortinas, ya que los infinitos neones de afuera pueden iluminar la estancia por sí solos. Mi nuevo hogar consiste en un único espacio diáfano con una puerta corredera de vidrio esmerilado que puede llegar a dividir la estancia en dos ambientes independientes si se desea. La cocina americana está al fondo, mirando hacia la ventana. Es más que suficiente para mis habilidades culinarias. El suelo, recubierto de tarima, sigue siendo uno de los mayores placeres en invierno ya que está calefactado (ondol, 온돌). No hay mayor placer que caminar descalzo. El baño es puramente coreano, es decir, el propio suelo del baño sirve de plato de ducha; afortunadamente es lo suficientemente amplio como para evitarme la tentación de ducharme y evacuar al mismo tiempo.


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